martes, 14 de abril de 2015

HOMILÍA PASCUA DE RESURRECCIÓN-2015

"¡Cristo resucitó! En verdad resucitó!

Este es el santo y seña de nosotros los cristianos. La Pascua es el triunfo de Dios, el triunfo de Cristo, sobre la muerte y sobre el pecado. En nuestra vida hay muerte, en nuestra vida hay pecado. Todavía no hemos sido completamente redimidos por Cristo. Pero Él ya venció a la muerte, y ya venció al pecado.

¿Cómo se vence a la muerte?. Venciendo al pecado. La muerte es consecuencia del pecado en nuestra vida. Alegamos muchas veces ignorar la Voluntad de Dios, pero tampoco ponemos mucho esfuerzo en conocerla. Cuando escuchamos lo que Dios nos enseña, y su Voluntad, dudamos. Creemos que Dios se puede equivocar al respecto. Tomamos nuestra palabra como una autoridad, y la queremos erigir como si fuera importante, como si valiera, como si tuviera peso. Nos ofende terriblemente no ser el centro, no ser la medida. Nos disgusta y nos revuelve el que tengamos que ir a aprender de nuestra Madre, la Iglesia, a la que tantas veces escupimos como una extraña, siendo la que nos ha engendrado en Cristo, la única que tiene imperio espiritual sobre nosotros, la Santa Iglesia, el resto lo roba.

¡Cristo resucitó de entre los muertos! ¡Cristo surge de la tumba!. Y ese secreto es asequible a los que creen en Él. Es la fe. Es la pequeña semilla de la fe la que nos abre a los tesoros de la salvación. Y la fe no es solamente creer determinadas cosas que nos enseña la Iglesia, sino que es creerle a Dios. No es puramente afirmar algo, sino es poner nuestro corazón y decir: "en ti creo Señor, a quien no veo, pero cuya paz reposa en mi corazón". Pues el sello de la fe es la paz en el corazón, la tranquilidad de la conciencia.

Cuántas veces en nuestro camino queremos encontrar una felicidad o una paz, y no la hallamos. Removemos cielo y tierra para nuestras decisiones y para nuestras determinaciones, y no encontramos paz. Pues fuera de la Voluntad de Dios, no encontramos paz. Hemos de pedir primero al Señor que se nos manifieste la Voluntad de Dios, que sea clara en el corazón, que sea patente a la conciencia, y estrechar nuestros pies, en los delgaditos, en los pequeños senderos que Dios va trazando para nosotros en este mundo. No siempre es tan claro lo que hay que hacer, pero sí Dios tiene deseos de revelárnoslo...."


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